miércoles, 9 de diciembre de 2009

ENERGÍAS RENOVABLES.

Está de moda el tema de las energías renovables, y creo apropiado poner un granito de arena en la reflexión sobre este asunto.

Recuerdo que me enseñaron la definición de “energía” como “la capacidad para realizar un trabajo”. Realmente no hay nada tan íntimamente unido al diseño mecánico como la fuente de energía que producirá el efecto deseado una vez transmitida y modificada del modo oportuno. Reconozco que desde el punto de vista de los diseñadores de máquinas, nos hemos limitado demasiado a realizar los mecanismos correspondientes en función del efecto preciso, procurando en el mejor de los casos el mínimo costo de fabricación y comercialización, pero sin tener en cuenta de un modo tan riguroso como hubiera sido necesaria la eficiencia de las máquinas, entendida en sentido amplio: no únicamente reducir al máximo las pérdidas de potencia entre unos elementos y otros, sino intentar contabilizar también la energía necesaria para construir la maquinaria, la vida útil de la misma, el costo para reciclarla, etc. Tampoco es frecuente el planteamiento de si es más eficiente utilizar un motor eléctrico para realizar un desplazamiento, o cuáles son las pérdidas si dicho motor se utiliza para generar aire comprimido y es con éste con el que se produce dicho movimiento, o si es través de un grupo hidráulico, etc.

Si hay suerte, y de las reuniones en Copenague sale algún acuerdo concreto, espero que la legislación apriete en el sentido de revisar de este modo el término “eficiencia energética”. Hay que recordar que en realidad la mayor parte de la energía que consumimos en la actualidad, la hemos transformado en energía eléctrica, lo cual ya es poco apropiado desde este punto de vista: no tendría sentido que la energía eléctrica que moviese un automóvil estuviera producida previamente en un generador de combustión a varios cientos de kilómetros del punto de conexión, que es lo que sucedería si ahora mismo todos los vehículos fueran eléctricos. Al menos, la ventaja de un vehículo solar es que una parte de la energía que utiliza se “genera” en el propio coche.

Cuando se utilizaban las mismas fuentes de energía “limpias” o “renovables” de modo tradicional, realmente no se ejercía influencia notable sobre el entorno porque la energía se consumía en el mismo punto en que se “recogía”: un molino de viento para moler harina, transmitía el movimiento de las aspas a la muela, sin transformaciones intermedias, del mismo modo que se hacía funcionar las turbinas hidráulicas, e incluso el modo en que se aprovechaba la energía solar. Lógicamente, esto hacía que las aplicaciones fueran muy limitadas, y es precisamente la capacidad para transportar la electricidad de un sitio a otro de manera fácil la que nos permitió dar un salto importantísimo hacia la industria actual, pero puede que fijarnos en la ventaja que suponía el modo tradicional de utilizar la energía ayude a orientar el problema de la dependencia de la energía eléctrica.

jueves, 19 de noviembre de 2009

UN RECONOCIMIENTO.


He estado conversando con uno de tantos pequeños empresarios que durante muchos años ha conseguido fabricar y comercializar cierta maquinaria diseñada por él mismo. Con muchísimo esfuerzo, llegó a reunir a un número importante de empleados para compartir el trabajo y sus beneficios. Actualmente sólo trabaja con su hijo y un par de operarios, y no sabe hasta cuándo podrá aguantar la crisis.

Representa al trabajo que ha sido capaz de crear riqueza, un trabajo con un elevado valor añadido. Por alguna razón ahora no somos capaces de hacer lo mismo, y deberíamos pensar cuál es la razón, porque uno de los problemas más importantes de la economía española de nuestros días es el bajísimo valor añadido de los productos que generamos.

Es verdad que la tecnología de su trabajo ha quedado obsoleta. La presión del trabajo diario le hizo relegar algunas cosas para demasiado tarde y no ha realizado la inversión necesaria para seguir el ritmo del mercado. Pero sabe que tiene que cambiar esta situación, porque no va a esperar a tener que cerrar por no disponer de los medios productivos necesarios. En esta situación, busca el camino más sencillo: externalizar servicios. Hace tiempo que subcontrata la fabricación de la mayor parte de las piezas que monta en sus máquinas, y por supuesto también la contabilidad de la empresa y servicios financieros, pero hasta ahora no había sido capaz de encontrar el modo de subcontratar los trabajos de su oficina técnica. Construye algunas máquinas que no le terminan de convencer, porque en su día compró el diseño a otro fabricante, y no está en condiciones de ponerse a dibujar planos en el tablero como hacía hace años. Lo importante es que tiene la idea en la cabeza de lo que habría que modificar, basado en un montón de experiencia, y es suficiente con llevarlo a cabo. Gracias a VECTOR, Servicios de Ingeniería Mecánica, ahora puede dar el paso, porque no le supone un gran esfuerzo: se puede ir trabajando poco a poco mientras la crisis apriete mucho, y tener avanzada la solución para cuando la situación sea un poco mejor.

Estamos convencidos de que dando apoyo a estas empresas conseguimos que no desaparezcan unos puestos de trabajo que todavía se pueden salvar, y empujamos entre todos un poco a la economía productiva real.

martes, 3 de noviembre de 2009

A vueltas con la educación.


Ahora que se está fraguando el sistema educativo para los próximos años, me parece un asunto lo bastante interesante desde el punto de vista de la empresa, como para dedicar alguna reflexión más a este tema.

En cuanto a la formación que han de recibir los futuros ingenieros, escribí algo en un post anterior. Profundizando poco más sobre los conocimientos que poseen los recién titulados en la especialidad, se observa claramente la carencia de capacidades básicas, demasiado habituados a la utilización de fórmulas de manual y con poca base teórica. Lo peor es que la escasa base teórica no se ve sustituida por mayor base experimental, en la cual siguen siendo tan poco diestros como lo éramos generaciones anteriores. Tampoco ayuda el conocimiento de idiomas -limitado al inglés-, pues en muy pocos casos son capaces de mantener una conversación con un técnico de otro país (¿y de qué hablarían si supieran inglés, puesto que tampoco conocen la técnica?).

Las empresas necesitan personal bien cualificado en toda su estructura. Ni siquiera el tipo de “peones” que últimamente se habían impuesto como mano de obra barata ha reportado beneficios, y parte de la baja productividad actual tiene su origen en esta realidad. No es necesario estudiar más años, pero durante el periodo formativo deberían consolidarse herramientas básicas de las que estos nuevos titulados carecen con frecuencia: no se pueden tolerar ni la escritura con faltas de ortografía e incapaz de transmitir una idea de manera comprensible, ni la dificultad para comprender las instrucciones de un manual o para trabajar a nivel aritmético y progresivamente la carencia de bases en cada paso de la formación que se supone. No ganaremos nada con tener cada vez más titulados si el título no asegura que se han adquirido ciertas capacidades.

martes, 13 de octubre de 2009

Invertir para mantenerse a flote.

Según los últimos estudios, la pérdida de competitividad de las empresas españolas derivada de la carencia de inversión en innovación provocará el cierre de más empresas durante 2010 que la maltrecha situación económica durante 2009.

La escasez de medios económicos y la disminución promedio de un 20% en la facturación de las empresas ha provocado pérdidas sustanciales en capital humano y un estancamiento prácticamente total en las inversiones en innovación, lo cual agudiza la debilidad de nuestra economía.

Es preciso que los créditos y ayudas puestas a disposición de las PYMES sean destinados de manera urgente a reducir la brecha que se está abriendo en el potencial productivo entre España y las economías más importantes de la UE, si no se quiere perder productividad de modo irreversible.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Ingeniería y diseño.

Algunos contactos que he mantenido recientemente con personas próximas al entorno universitario, me han hecho reflexionar nuevamente sobre un asunto muy relacionado con el ejercicio de la profesión del ingeniero mecánico dedicado al diseño de máquinas.

Se trata de la concepción tradicional del proyectista enfrentada al ingeniero técnico. Esta discusión se debe a la doble vertiente necesaria en el diseñador de máquinas para completar un trabajo. Ambas son igualmente importantes y de la mayor o menor capacidad en cada una de ellas depende la obtención de un resultado óptimo capaz de resolver las necesidades planteadas. La historia de la ingeniería ha propiciado que cada una de ellas se relacione con una profesión diferente.

En primer lugar, el trabajo de diseño es obviamente una labor creativa, ya que se trata de imaginar un proceso y una geometría que puedan realizar la función determinada que se pretende. Es la función que habitualmente se atribuye al proyectista.

En segundo lugar, el trabajo requiere la capacidad de análisis y cálculo que determina esfuerzos, dimensiones, velocidades y el resto de los parámetros que harán del mecanismo ideado algo útil y duradero. Esta es la función que se suele aplicar al ingeniero.

Con frecuencia, ambas actividades se corrigen mutuamente antes de alcanzar la solución final.

Hay que reconocer que mientras la parte “científica” del diseño de máquinas es más o menos fácil de transmitir, la capacidad de diseñar de forma lógica y de buscar soluciones no es tan evidente, pero puede ser que esta problemática tenga más que ver con la experiencia de los docentes en dicha actividad. Hay profesiones mucho más creativas, en las cuales el profesorado conoce métodos para formar la capacidad y nadie discute que se pueda llevar a cabo.

Me pregunto si el nuevo sistema de formación superior, tras el proceso de Bolonia, será capaz de fundar nuevos métodos para resolver el enfrentamiento entre las dos vertientes y unificarlos en una sola profesión.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Apoyo a las tecnologías tradicionales.

Constantemente se oye hablar de las ayudas a las nuevas tecnologías. En realidad, el término no parece muy exacto: todos sabemos que se incluyen las tecnologías de la información a través de internet o similares, telecomunicaciones, el desarrollo de la informática, y otras cosas no se sabe hasta qué punto están incluidas, como las investigaciones científicas, desarrollos aeronáuticos o energías renovables.

Lógicamente, todos nos aprovechamos en alguna medida de los avances en dichos sectores, pero sorprende que este apoyo haga desaparecer cualquier mención –y ayuda- a las tecnologías “convencionales”. Incluso está poco matizado qué significan las famosas I+D+i (investigación, desarrollo e innovación), ya que no se considera innovación nada más que “abrir caminos” o utilizar tecnologías “pioneras”, mientras que la Investigación y Desarrollo ya parecen haber perdido el atractivo. Por no hablar de la investigación científica, que sufre un desprecio casi absoluto si no es con células madre o algo que salga en los medios de comunicación.

Sin embargo, el trabajo diario entre nuestras empresas manifiesta que lo más necesario es ayudar a la puesta al día, ya que tanto las exigencias del mercado como las posibilidades que brindan los nuevos desarrollos avanzan muy rápido y exigen un esfuerzo industrial muy importante para no quedar obsoletas. En la mayor parte de los casos, las empresas sobreviven a base de exprimir tecnologías y medios de producción demasiado antiguos u obsoletos, pero cuando éstos llegan al límite las empresas encuentran verdaderos problemas para actualizarse.

No deberíamos perder de vista a las tecnologías tradicionales que están en la base de nuestra sociedad, porque llevan el peso de la producción y de nuestro bienestar.

lunes, 31 de agosto de 2009

El reciclaje: ecología y negocio.

Un defecto profesional de los ingenieros es que cuando nos plantean cómo realizar algo, no podemos dejar de darle vueltas en la cabeza hasta encontrar una solución, y los problemas planteados sobre cómo deshacernos de los residuos de todo tipo generados por nuestra sociedad viene siendo una de las cuestiones recurrentes.

La estupenda labor de sensibilización social relacionada con el respeto al medio ambiente, ha hecho pensar a mucha gente en el modo de convertir la necesidad en negocio, y cuando un negocio se asienta en necesidades sociales resulta difícil poner límites. Como tal, un negocio debería ser rentable en sí mismo, pero cuando se trata de mejorar algo para el conjunto de la sociedad, se admite que suponga un cargo para ésta: por ejemplo, depurar agua, aunque nadie compre directamente el agua depurada. Un ejemplo similar es la retirada de residuos, aunque inicialmente nadie los comprase.

Sin embargo, hay veces que veo máquinas o industrias que me hacen pensar si un cálculo escrupuloso de energía invertida termina obteniendo rentabilidad "global" cuando se llega al producto final. Concretamente, creo que en la industria del reciclaje deberíamos ser meticulosos para no cargar al medio ambiente con remedios peores que la enfermedad.

Como ingeniero mecánico, cuantas más máquinas se hagan, mejor para mis intereses, pero a veces pienso que a nuestros cálculos les falta un balance energético-ecológico, algo que determine si el esfuerzo realmente valió la pena.

lunes, 24 de agosto de 2009

Externalizar para superar la crisis.

En la última gran crisis se evidenció que las empresas no deben intentar abarcar todos los aspectos involucrados en su funcionamiento. Hay muchos factores que lo desaconsejan, aunque los más importantes son los más evidentes.

La empresa es una organización dedicada a producir un elemento concreto, algo para lo que tiene normalmente una gran capacidad, experiencia, conocimientos... know how. Lo que no tiene por qué tener es el mismo grado de control de todos los procesos que necesita para obtener el producto final. Ello requiere el trabajo de especialistas que resulta demasiado caro mantener en plantilla cuando en realidad su quehacer “especial” no es la esencia de la empresa.

Este análisis ha llevado prácticamente a la totalidad de las empresas de fabricación a subcontratar total o parcialmente los especialistas que se encargan del márketing, de la contabilidad y asesoría fiscal o laboral, la fabricación de piezas por métodos cada vez más sofisticados, los servicios de informática, logística, etc. El resultado no ha podido ser mejor, ya que permite que la empresa se concentre en su actividad, mientras los especialistas necesarios a su vez se concentran en realizar el trabajo que saben hacer para diversas empresas, mejorando la productividad en todos los sentidos.

No ha sido necesario pensar mucho para ver cuáles son los elementos que todavía se pueden subcontratar para llegar a la conclusión de que el montaje de los elementos cuyos componentes ya se han fabricado en empresas externas es uno de ellos, así como los departamentos de Calidad y la Oficina Técnica.

Igual que en otros casos, ha sido necesario vencer el “miedo” a perder la privacidad de la propia empresa, a que mostrando el diseño de los elementos o la documentación atesorada durante años, cualquiera vaya a copiar los productos propios. Pronto nos hemos dado cuenta de que la empresa sigue siendo quien controla la información que le interesa divulgar y la que no –igual que sucede en el área financiera o de fabricación-. Ello, junto con las medidas contractuales que siempre pueden convenir, ha dejado el camino libre a un tipo de empresa cada vez más libre y productiva, induciendo a su vez a la formación de empresas auxiliares para la realización de trabajos de naturaleza distinta.

Por ejemplo, si una empresa se dedica a fabricar un cierto tipo de motores, es lógico que tenga muy en cuenta el precio de los materiales, el cuidado con el que cada componente se ha fabricado, los pequeños detalles de montaje que harán que el funcionamiento sea seguro durante toda la vida del producto, el modo que empleará para llegar hasta los clientes... ¿necesita tener un técnico que actualice una dimensión en un plano o realice una modificación para producir las piezas de otro modo?. Ya son muchas las empresas que han decidido que no.

lunes, 17 de agosto de 2009

¿Y si fuera cierto...?


Aunque parezca mentira, nuestra sociedad depende de ciertos materiales. Fácilmente recordamos todos el coltán, imprenscindible para la fabricación de los aparatos electrónicos que nos rodean y que tantos conflictos está provocando en Africa y la no menor dependencia del petróleo que literalmente “mueve” nuestro mundo y que además de conflictos similares nos está metiendo en el cambio climático de cabeza. Puede que dentro de algunos años nos hayamos liberado de estas dependencias, o que estos materiales hayan sido sustituidos por otros.

Tal vez por demasiado obvio, no nos resulta tan fácil recordar nuestra dependencia de otros materiales, entre ellos el acero. Desde hace miles de años estamos en la Edad del Hierro. ¿Quién puede pensar en nuestra sociedad sin el acero? Aunque el hierro, componente básico del mismo, es uno de los elementos más frecuentes en la
Tierra y el proceso de transformación en acero es más o menos sencillo, la extracción del mineral no está entre los trabajos “más adecuados” para un mundo tan evolucionado como el nuestro.


El problema es que hace poco me informaban de que China ha decidido dejar de invertir en euros o en dólares y hacerlo en acero, del cual están acumulando grandes cantidades, hasta el punto de colapsar algunas comunicaciones internas. No sé si es del todo cierto, o si entendí bien los datos que me dieron, pero de alguna manera es algo que hace ponérsele a uno los pelos de punta.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Se necesitan ingenieros.


Estamos dentro de una crisis de la que no saldremos mientras esperemos que la solución nos llegue de fuera: ni Obama ni Zapatero van a sacar a nuestras empresas del estancamiento.

Entre las mil facetas que presenta la situación, existe una relacionada con la falta de valor añadido en nuestra producción industrial, y en el PIB de nuestro sistema en general. Seguiremos en crisis mientras pensemos que podemos mantener nuestro altísimo nivel de vida, sin el esfuerzo creativo necesario para hacer algo que valga la pena.

Es una lástima ver que muchas empresas se están deshaciendo de medios técnicos para ahorrarse salarios y permanecer a flote. En lugar de esto, lo que hay que hacer es sacarles el máximo rendimiento, plantear nuevos desarrollos, mejorar las prestaciones del producto, abaratar el proceso productivo, ampliar gama... Cuando se desbloquee la situación económica, las empresas que no estén preparadas para ofrecer modelos mejores que la competencia, no conseguirán salir de la crisis.

Hay entre nosotros demasiadas empresas poco competitivas, que pueden verse favorecidas por la “puesta a cero” de esta situación, ya que ahora no se venden los productos regulares, pero tampoco los buenos. Por eso, deben aprovechar el momento para que los técnicos preparen las mejoras necesarias que doten a los productos de nuestra sociedad del máximo valor añadido.

En crisis, ni un ingeniero en paro.

domingo, 9 de agosto de 2009

Propuesta de reflexión


Con este blog únicamente pretendemos poner en común algunas reflexiones sobre la influencia de la mecánica en la vida cotidiana de todos nosotros.

La sociedad actual sin duda está atravesando una nueva revolución, que como tal afecta a todos sus aspectos. No es fácil decir si pasará a la historia como nueva revolución industrial, como la revolución de la comunicación, de la globalización, de la informática, por su influencia en los cambios en el sistema financiero, las gravísimas repercusiones tanto a nivel ecológico como en los conflictos humanos derivados de todo ello... pero es cierto que nuestro mundo y nuestro modo de vida han cambiado radicalmente en poco tiempo.

Sin embargo, no creemos que ello deba hacer olvidar la presencia imprenscindible de avances diarios en algo que todavía pertenece a la gran revolución industrial de siglos pasados: la aparición continua de nuevos materiales, la mejora en procesos de producción, el desarrollo de herramientas más precisas, útiles y accesibles son, entre otros, los discretos avances diarios en la generación de máquinas que proporcionan una vida un poco mejor –o peor-. Aunque esta situación no se da únicamente en mecánica, no siempre es fácil darse cuenta de que hoy tenemos acceso a vehículos con prestaciones que están a años luz de las de los "seiscientos" de no hace tanto tiempo, ni los acabados son comparables, ni la potencia, ni la comodidad, ni el consumo, ni... Todo ello es posible gracias a mejoras invisibles en el desarrollo mecánico de infinidad de detalles. Pero lo mismo sucede si observamos una sartén, las ventanas de casa o el cuidadísimo detalle mecánico que permite la producción y el funcionamiento sin problemas del ordenador con el que escribo estas reflexiones.

Por supuesto, nuestra intención principal es compartir las ideas que se presentan, teniendo en cuenta que únicamente somos especialistas en construcción de maquinaria y puede que nuestros razonamientos sobre otros temas no sean acertados. Agradecemos la colaboración de todos para intentar comprender mejor nuestra sociedad.


VECTOR, SERVICIOS DE INGENIERIA MECANICA